LOS CAMINOS DEL HOMBRE DE AZOGUE
CAPÍTULO VII: UN LLANTO COMO UN RÍO
“Yo quiero que me enseñen un llanto como un río
que tenga dulces nieblas y profundas orillas”
F. G. Lorca
El Hombre de Azogue seguía caminando mientras la noche iba cediendo paso al amanecer. El Hombre llamado Jardín se detuvo mirando en silencio al horizonte y empezó a llorar. El Hombre de Azogue no se atrevió a preguntar la razón de tan inesperado llanto, pero se detuvo para esperar a que el Hombre llamado Jardín se calmara y continuara camino.
El Hombre llamado Jardín lloró unos minutos, un llanto sin palabras, sin inhibición, sin búsqueda de consuelo, sin destinatario. Un llanto como un espejo, como una herida, como un río. Lee el resto de esta entrada »